domingo, 12 de diciembre de 2010

Egresó a los 80, con su hijo de profesor: “El me enseñó la historia que yo viví”

Al quedar viudo, José Palomeque completó el colegio, en donde Javier, su hijo, enseña Historia.
Para Javier, la historia de su papá es una clara demostración de que muchas veces la escuela cumple un rol social, más allá de la calidad educativa. “El primer día que le di clases, se me llenaron los ojos de lágrimas. Verlo sentado en el aula fue una sensación rarísima. No debe haber muchos profesores que le dieron clases a su papá”, dice el hijo-docente, orgulloso del padre. De todas maneras, el vínculo entre ellos en el aula no fue tan fácil. “En las clases me peleaba, me decía que había cosas que yo decía que no habían sucedido así. A veces la seguíamos en casa”, recuerda. “Es que mi hijo me enseñaba la historia que yo mismo viví. A mí no me pueden contar otra historia. Cuando pasaba eso yo le decía ‘vos estás equivocado’”, dice el padre. Al principio le costó volver a integrarse. Habían pasado casi 70 años desde que había terminado la primaria; encima, en ese primer año, empezó las clases algunos meses más tarde. “Era un cambio total, tenía compañeros de 18 años, algunos repitentes. No estaba acostumbrado a la forma en que se manejaban los chicos de ahora”, dice su hijo Javier. Pero José María asegura que sus compañeros lo ayudaron mucho, que estar en contacto con ellos le sirvió para volver a aprender a estudiar. También fue importante el apoyo de sus nietos (tiene 13). “Una me enseñaba Matemática, otra que estudia para azafata me ayudó con el Inglés”. La materia que más le gustó fue Lengua y se le hizo más difícil con Contabilidad y Matemática, que todavía tiene pendientes para rendir. En segundo año tuvo Gripe A y estuvo casi un mes sin ir al colegio. “Iba todos los días con su portafolio pero lo mandaban de vuelta para la casa. No quería faltar nunca”, recuerda Lily, una de sus hijas. A pesar de todo, fue buen alumno y en uno de los años lo eligieron como escolta. Diciembre, 2010, entrega de diplomas. El protagonista de la historia tiene puesto un buzo de polar que diseñaron sus compañeros y que dice “Egresados 2010”. Sube al escenario y, cuando le entregan el título, lo baña una ovación.

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