Como es su característica histórica, la escuela
de Arte Folclórico
La
Marrupeña continúa su función de defender y difundir las
tradiciones nacionales a través del trabajo de los profesores formados en su
seno. Pero además, esta labor se expande con el aliciente de que su trasmisión
esta sobrepasando las fronteras de nuestro país.
Desde
la conformación de “Compañía Internacional de Danzas La Marrupeña”, los
cuadros y coreografías argentinas están siendo presentados y comunicados a los
integrantes de las delegaciones y públicos de diversos países en encuentros
internacionales, talleres y seminarios de danzas folclóricas.
Una
muestra de esto, es también el trabajo que realiza el profesor Juan Ignacio
Sunde con el Grupo Andanças dependiente de la Universidad Federal
do Rio Grande do Sul de la ciudad de Porto Alegre (Río Grande do Sul – Brasil)
y dirigido por el profesor Clóvis Rocha. A cargo de los bailarines de dicho
grupo, el profesor isabelense, creó un
cuadro estilizado de danzas norteñas argentinas conformado por: Chacarera
trunca, Gato, Remedio Atamisqueño y Malambo.
El
cuadro fue presentado los días 23 y 24 de junio en el Teatro Parobé de la
ciudad riograndense junto a las presentaciones de las danzas folclóricas
brasileras que conformaron el conjunto de cuadros que grupo Andanças ofreciera
en esa ocasión como pre-estreno de cara al 31th Sun and Stone
International Folklore Festival of Nea Karvali/Kavala realizado en Grecia
durante los días 8 al 18 de Julio próximo pasado.
De esta
manera, las danzas argentinas y en particular, las coreografías con el estilo y
la característica nacidas de La Marrupeña, no sólo están
siendo asimiladas e interpretadas por bailarines de países hermanos; si no que
también son ofrecidas y presentadas a públicos pertenecientes a pueblos de
culturas milenarias como la griega y distantes de la criolla. Lo cual no impide
que la cultura argentina manifestada a través de la danza y la música
folclórica, sea recibida con enormes aplausos y una emocionada aprobación.

Hace
treinta y ocho años, el amor de
la Directora Nilda de Sunde por las costumbres
gauchas, extendía su primera trama, su primer hilo para que muchos niños y
jóvenes de un pequeño pueblo al sur de la provincia de Santa Fe compartieran y
aprendieran a querer y valorar las manifestaciones populares de nuestra patria.
Esa trama se multiplicó en innumerables voluntades de alumnos, profesores,
familiares y amigos que dieron forma al poncho Marrupe de Santa Isabel. Hoy ese
poncho, después de cobijar a amigos de todas las provincias argentinas, se
extiende por el mundo con la danza como esperanza, con el color rojo vivo de su
historia para abrigar a hermanos que hablan otras lenguas y levantan los ojos
hacia otras constelaciones en el alto cielo. Pero que, al igual que tantos
changuitos en nuestro pueblo, sienten la misma emoción al escuchar el retumbo
de un legüero, el rasguito de una guitarra criolla y el embrujado ritmo de una
chacarera argentina.
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